Escultura ~ Madera con inclusiones de metal ~ Pintura al esmalte
La potencia de la madera. En Uruguay la historia del arte ha sido pródiga en los trabajos sobre madera: ebanistas, escultores, talladores de madera. Grandes nombres —Francisco Matto, Germán Cabrera, Joaquín Torres García— han consolidado en muchos casos vínculos con la madera, abordada desde diferentes vertientes. Quisiera remarcar el aspecto lúdico que, en las piezas pensadas para niños, creó nuestro genial maestro, Joaquín Torres García.
En una zona totalmente diferente, José Pelayo trabaja su escultura exterior de madera policroma. Pero algo lúcido hay en ella; es articulada: ejes metálicos, tornillos la interfieren.
El color rojo es el elegido para este patio que refuerza las fuerzas del nacer del día.
Al mismo tiempo se debe destacar el refinamiento de la pesada madera, que aparece casi etérea. Un pie, una madera entera y leve, sostiene uno de los laterales; un triángulo cuelga, juguetón y dominado por las fuerzas del viento y los caprichos de los tiempos.
En la diagonal del patio este, Pelayo nos seduce con una elegantísima pieza escultórica, que de alguna manera se refiere también a su mural interior, pero este se explaya plano sobre la pared: Esta escultura tiene algo de la elegancia de una columna griega, la potencia de un totem pole, lo primitivo de una estructura arquitectónica perecedera, el color de la sangre y de la ritualidad. Pelayo vuelva a provocar un impacto en nosotros y un guiño hacia nuestra propia historia del arte.
Play Room ~ Ensamblaje de madera ~ Materiales mixtos sobre maderas
Este artista ha tomado el material descartado de obras en construcción. No trajo nuevos elementos a lo creado; el entorno objetual de su quehacer ya estaba allí, casi como le ocurre al hombre de campo, quien realiza su arquitectura, sus utensilios, con los elementos que naturalmente lo rodean: maderitas, tablones, varillas viejas, puertas de metal, restos de encofrados…
Todo aquello que habitualmente es dejado de lado es resignificado por Pelayo; le da una renovada proyección, en un mundo compositivo nuevo y sagaz. Grandes planos se intercalan con superficies abigarradas de pequeños tacos de madera, cardúmenes de triángulos arman escondrijos entre las potentes líneas de la madera. El soporte de todo esto es la propia pared de madera. Los tablones horizontales ostentan orden. Rítmicamente ubicados, forman parte de la arquitectura original; Pelayo la respeta y la incorpora.
En su concepción general, una flecha y un arco enormes componen su espectacular mural.
Los colores naturales de la madera —rojo óxido, blancos, negros y un contrastante azul— hacen de su trabajo una inequívoca obra de arte al servicio del disfrute visual, en un espacio para ser vivido.
Su obra funciona como las de los maestros, los artífices contemporáneos incorporados a la arquitectura y, al mismo tiempo, como las de los artífices de las construcciones de madera de los pueblos pre-europeos en distintas regiones de América.
La reutilización de los objetos y materiales de la obra hacen que el valor simbólico de todos los elementos en cuestión esté cargado de historias de trabajo. En primer lugar, el trabajo fue elaborado, no conscientemente, por otro artesano, otro trabajador que dio forma a la materia, sin pensar que luego esa forma pasaría a ser parte de una obra de arte nueva, aún no inventada.
Lo artístico, lo simbólico y lo lúdico son ingredientes fundamentales de la obra de este artista que hace de la madera y de los objetos derivados de la construcción su materia prima para expresar y comunicar sus sentimientos más profundos.
Los materiales utilizados son maderas clavadas, metal, pintura vinílica, chapa acanalada, etcétera. Emplea la técnica del assemblaje. Enrique Badaró ~ 2008